Los filósofos y las preguntas tontas

Los filósofos y las preguntas tontas

Leibniz sostenía que había dos tipos de verdades: las de razón y las de hecho. Las  de razón, regidas por el principio de no contradicción, son la base de las matemáticas, física..

Las verdades de hecho se sustentan en el principio de razón suficiente como la filosofía.

¿En qué consiste el principio de razón suficiente? Pues, como decía Spinoza de la libertad, saber la razón de tu elección. Si no sabes por qué haces las cosas, realmente no haces nada.

Comienza, por ejemplo, con una pregunta tonta: ¿qué quieres realmente?

El remedio filosófico contra los seres efímeros

El remedio filosófico contra los seres efímeros

Decía mi respestado Leibniz que el ser humano, como mónada que es, está condenado a no «conectar» más que con un puñado de personas a lo largo de su vida. Y creo que tenía razón en ello.

Leibniz sostenía que para «conectar» con alguien debía ocurrir un suceso extraño que permitiese que dos mónadas independientes se «unan»: algo así como el amor.

Armonía preestablecida o ¿tiene el sufrimiento sentido?

Armonía preestablecida o ¿tiene el sufrimiento sentido?

Resulta raro que los filósofos, habiendo hablado de casi todo en esta vida, hayan reflexionado tan poco sobre el tema universal por antonomasia: el sufrimiento. Uno de ellos que sí lo hizo fue Leibniz.

Este genio de origen germánico pensó que todo tiene una razón (que no es lo mismo que todo esté determinado). Leibniz formuló el famoso principio filosófico conocido como el principio de razón suficiente, el cual afirma que todo tiene un porqué.

Leibniz, que rechazaba las casualidades (aquí me confieso fiel seguidor suyo), pensaba que este mundo, creado por Dios, no es casual y que las cosas que nos ocurren tampoco lo son. Unos son capaces de su causa o razón, otros no. Pues para Leibniz hasta el sufrimiento tiene una razón, un sentido y un final.